jueves, 4 de noviembre de 2010

Fernando de Rojas

Fernando de Rojas

Nació en La Puebla de Montalbán (Provincia de Toledo ), hacia 1470, en el seno de una familia de judíos conversos que reaparece en posteriores procesos inquisitoriales por mantener el judaísmo a escondidas de la Inquisición. De Rojas ayudó a miembros de su familia, los llamados en la literatura rabínica, afectados por las persecuciones de la Inquisición. Su familia habría sido perseguida y él mismo ha aparecido en documentos como acusado por la Inquisición, documentos que demuestran que fue el autor de La Celestina.
Estudió leyes en la Universidad de Salamanca, según él mismo afirma en La carta del autor a un amigo suyo, que precede el texto de su obra. Parece documentado que hacia 1496-97 habría obtenido su grado de Bachiller en Leyes. Durante estos años, redactaría los quince últimos actos de su única obra conocida, que apareció impresa en 1499 con el nombre de Comedia de Calisto y Melibea
Hoy día no se duda de que sea el autor de La Celestina, que habría escrito con pocos más años que su protagonista, Calisto, que cuenta con veintitrés. Fernando de Rojas rondaría los veinticinco. El autor reveló su nombre y lugar de nacimiento en un famoso acróstico al principio de la segunda edición del año 1500. No se le conoce ninguna otra obra ni es mencionado por ninguno de sus contemporáneos.
Se le sabe establecido en la localidad de Talavera de la Reina, población de la que algunos autores piensan que fue alcalde[1] y casado allí con Leonor Álvarez de Montalbán, hija, igualmente, de conversos. De ella tuvo siete hijos. Su condición de converso influye en el argumento de su obra, que a decir de la mayoría de los críticos es obra de alguien de esta condición: se ha dicho que la ausencia de fe firme justificaría el pesimismo de La Celestina y la falta de esperanza patente en su dramático final.
Murió en 1541 en Talavera de la Reina, entre el 3 y el 8 de abril. Sus restos fueron enterrados en el convento de la Madre de Dios de esa ciudad y en los años 80 fueron trasladados a la Colegiata de Santa María la Mayor de Talavera. Se conserva su testamento, fechado ese día 3, muy detallado, que ha sido el deleite de los críticos al poder estudiar su abundante biblioteca. Dejó los libros de derecho a su hijo, que también fue abogado, y los de literatura profana a su esposa. En el inventario de su biblioteca, y eso es lo extraño, solo figura un ejemplar de La Celestina (cuando murió había al menos 32 ediciones de la obra) y ninguno de la Segunda comedia de La Celestina y de la Tercera parte de la tragicomedia de Celestina, publicadas en vida de Rojas.

Teatro

TEATRO PRERRENACENTISTA

Anteriormente, antes del siglo XV, la única obra d eteatro en castellano conservada es el auto de los Reyes magos.
A mediados del XV comienza a surgir una tradición dramática en castellano. La actividad teatral se encuentra vinculada en este momento a los lugares en los que se desarrollan las diversiones populares o las celebraciones religiosas (como el Corpus o la Navidad). En un primer momento, a falta de teatros se utilizaron las lonjas de las Iglesias, de ese modo la puerta y fachada del templo servían de decorado. Salió de las Iglesias cuando empezaron a introducirse palabras vulgares y temas poco aceptables para la Iglesia
A final de siglo, el teatro se introduce también en los palacios, donde se realizan los festejos cortesanos. Durante esta época destacan fundamentalmente dos figuras: Gómez Manrique (1412-1490) en el teatro religioso y Juan del Encina (1469-1529), quien, además de motivos religiosos, desarrolla una temática profana.
A partir del siglo XVI, se pone en marcha un tipo de representaciones religiosas de masas, muy espectaculares:
-Los autos sacramentales: Se inician con una procesión de carroza que, al llegar al lugar de la representación se unen al escenario para formar parte de él.
 Los temas eran escenas de la Biblia, representaciones de los dogmas de la Iglesia.
Se representaban en plazas públicas y los más pudientes se pagaban plazas de asiento.
-Se empezaron a representar obras en corrales o patios de las casas de vecinos. Más tarde se construyeron expresamente para teatros.


OBRA IMPORTANTE


Introducción
La Celestina es una de las obras más importantes de teatro prerrenacentista. Se llama también Tragicomedia de Calisto y Melibea y es una obra dialogada en prosa que no se puede representar en el teatro debido a su gran extensión y a su estructura. La primera edición (Burgos, 1499) tenía 16 actos; la de Sevilla (1502) 21 actos; en la edición de Toledo de 1562 se le añadió un acto más.
En La Celestina se muestran los trágicos amores de Calisto y Melibea y las malas artes que emplea la alcahueta Celestina para que se enamoren. Dice Fernando de Rojas en la "carta a un su amigo" que escribió la obra contra los fuegos del amor, contra los lisonjeros y malos sirvientes y falsas mujeres hechiceras. Estas mismas intenciones de moralidad vienen repetidas al final en un poema que declara su intención.


Resumen
Calisto, un mozo inteligente y de clase alta, conoce en una huerta, en la que accede persiguiendo un halcón, a la bellísima Melibea, y se enamora de ella. Más tarde se la vuelve a encontrar en la ciudad y le abre el corazón, confiesa sus sentimientos pero ella lo despide enfadada. Después Calisto vuelve a su casa y le confesa su dolor por los sentimientos hacia ella al criado Sempronio. Él le propone que utilice a la vieja Celestina para que suavice la aspereza de Melibea, usándola como intermediaria.  Celestina logra entrar en la mansión de Melibea e intercede en favor del enamorado; consigue vencer su esquivez y la joven corresponde a Calisto. Los criados de Calisto, Sempronio y Pármeno, de acuerdo con Celestina, desean explotar la pasión de su amo, ya que había ofrecido a la vieja una cadena de oro si lograba sus propósitos. Los criados reclaman su parte a la vieja, pero como ésta se la matan y huyen. Pero son apresados y muertos por la justicia.
Calisto suele visitar a Melibea trepando a su jardín por una escalera de cuerda. Estando  un día en el jardín, se produce en la calle una pelea. El joven, pensando que uno de sus nuevos criados tiene problemas, desea intervenir en ella y al bajar por la escalera
de cuerda que se rompe y cae al vacío acabando con su vida. Calisto muere y Melibea, al saberlo, sube a una torre y se arroja desde lo alto.
La obra termina con el llanto del padre de Melibea, Pleberio.


Personajes
El personaje principal es Celestina. Es una vieja alcahueta (la función de la alcahueta era de intermediación y acercamiento entre amantes), codiciosa, maestra en el placer, mediadora de las pasiones. Intenta disimular su oficio con otras actividades, para poder llevar a cabo la misión de su verdadero oficio ya que su arte de seducción le permite improvisar y acomodarse a situaciones difíciles. No es bruja pero si hechicera, ya que no hacen ningún pacto con diablos ni ritos infernales sino males positivos manejando fuerzas diabólicas. Celestina invoca a Plutón y cree que sus maleficios conquistan voluntades. Para ella valores como el bien, la verdad y el honor no existen ya que solo importa su provecho y egoísmo.
Los amantes Calisto y Melibea representan la pasión descontrolada y destructiva ya que, no dominan sus actos y viven ajenos a la razón.
Los criados de Calisto, Pármeno y Sempronio, y los de Celestina, Elicia y Areusa, son torpes y materialistas. Solo piensan en el beneficio inmediato y no calculan las consecuencias de sus actos.
Los Padres de Malibea, Alisa y Pleberio, son ignorantes d ela realidad y por ello, pagan caro su error. Pleberio, al final, acaba llorando por la muerte de su hija.

No encontramos personajes dignos de respeto ni amables (salvo Pleberio). Presentan una personalidad guiada por los intereses y una gran materialidad que impiden la simpatía del lector o la justificación de sus actos.


Intención
La intención es didáctica. Intenta prevenir a las muchachas de la época contra las trampas de las alcahuetas que trataban de minar su recato y advertir a los jóvenes de todos los tiempos contra las locuras del amor, contra la tentación de sentir el amor como algo que si no se domina conduce a la destrucción y a la muerte.


miércoles, 3 de noviembre de 2010

La prosa prerrenacentista castellana

La prosa prerrenacentista castellana

Dividiré la prosa prerrenacentista en varios subgéneros. Estos son:

      Prosa didáctica:
No es tan moralizante como en siglos anteriores pero aún y así es de carácter moral.

Los doce trabajos de Hércules, de Enrique de Villena, es un tratado sobre la poesía. Está escrito en prosa culta, con lenguaje latinizado y artificioso.

El Corbacho, de Alfonso Martínez de Toledo, arcipreste de Talavera, es un tratado contra el pecado de la lujuria o “loco amor”. Destaca por reproducir el lenguaje popular de la época con gran realismo. También utiliza el recurso culto.



      La novela sentimental
Este tipo de novela tiene como características generales: la descripción de emociones y análisis de los sentimientos de una pareja de enamorados; amor idealizado; exaltación de los sentimientos; ambientes y personajes convencionales, refinados y cortesanos; lenguaje culto y muy elaborado. Tiene influencia italiana, especialmente del Decamerón, de Bocaccio.

El siervo libre de amor, de Juan Rodríguez del Padrón.

Cárcel de amor, de Diego de San Pedro.



      Los libros de caballerías
En las novelas de caballerías un caballero andante, modelo de heroismo y fidelidad amorosa, se enfrenta a todo género de personajes fantásticos, a los que vence.
Los ideales que le mueven son siempre los mismos: la defensa de los débiles, el amor a su dama y el gusto por las aventuras.

Amadís de Gaula, datado en 1508 y encontrado y continuado por Garci Rodríguez de Montalvo, también llamado Garci Ordóñez.



      Relatos históricos y biográficos
En la prosa histórica son frecuentes las crónicas, especialmente las dedicadas a algunos reinados y las biografías.

Existen crónicas políticas de de los reinados de Juan II, Enrique IV y de los Reyes Católicos.
               También hay una serie de retratos de personajes célebres de la época:
Generaciones y semblanzas, de Fernán Pérez de Guzmán.

Claros varones de Castilla, de Hernando del Pulgar.


Prosa humanística

Los estudios humanísticos sobre la cultura clásica grecolatina se desarrollan sobre todo a partir de la introducción de la imprenta, en 1474.
Destaca Ello Antonio de Nebrija, autor de gramáticas del latín, del griego y del hebreo, pero que debe su fama a la publicación, en 1492, de su Arte de lengua castellana, primera gramática de esta lengua.

                                                                                             
                                                                                                                             Rocío M.

Jorge Manrique

Biografia:
Jorge Manrique de Lara y Figueroa nació en Paredes de Nava, (Palencia) , aunque también cabe la posibilidad de que naciese en Segura de la Sierra, (Jaén) , cabeza de la La misma indeterminación existe en torno a su infancia, que quizá transcurrió en Segura de la Sierra, y su juventud, hasta 1465, año en que un documento le cita por vez primera. Lo que es seguro es que asumió por completo la línea de actuación política y militar de su extensa familia castellana: como sus demás parientes, fue partidario de combatir a los musulmanes y participó en el levantamiento de los nobles contra Enrique IV siempre a favor de su primo, el infante don Alonso de Estúñiga, que aspiraba al priorato de San Juan; intervino en la victoria de Ajofrín y también jugó un papel en las intrigas y luchas en torno a la subida al trono de los Reyes Católicos, a favor de Isabel.
Su padre, Rodrigo Manrique, fue uno de los hombres más poderosos de su época y murió víctima de un cáncer que le desfiguró el rostro en 1476. Su madre murió cuando Manrique era un niño. Estudió Humanidades y las tareas propias de militar castellano. Su tío, Gómez Manrique, era también poeta eminente y autor dramático, y no faltaron en su familia otros hombres de armas y letras. La familia de los Manrique de Lara era una de las más antiguas familias nobles de España y poseía algunos de los títulos más importantes de Castilla, como el Ducado de Nájera, así como varios cargos eclesiásticos. Jorge Manrique se casó en 1470 con la joven hermana de su madrastra, doña Guiomar.

Las coplas de Jorge Manrique:
-Estructura y métrica:
En cuanto a su métrica, las Coplas están compuestas por cuarenta sextillas dobles de pie quebrado, formadas por pares de versos octosílabos cortados por un verso tetrasílabo, con la rima: 8a, 8b, 4c, 8a, 8b, 4c. Esta estrofa se llama manriqueña o de pie quebrado.
Se pueden distinguir tres partes:
  • 1ª parte (coplas I-XV):(Sobre la muerte) La primera parte, compuesta por las primeras quince coplas, es una serie de generalizaciones filosóficas. Se trata más de un sermón filosófico acerca de lo que debemos y no debemos hacer. Se caracteriza por la reflexión y las metáforas de la vida y de la muerte, de que está vida está para usarla como medio para la ascensión al cielo, y no para disfrutarla, así como por el uso de un “yo poético” en primera persona del plural que pretende  hacer sentir como nuestras las ideas que en el poema aparecen.
  • 2ª parte (coplas XVI-XXV): (sobre la gente que ya ha muerto, que ha pasado por este trance) Se da aquí una concreción de las cuestiones teóricas antes expresadas en ejemplos de la vida reciente. Aparece el ubi sunt, tópico medieval que caracteriza la segunda parte de las Coplas) con mucha frecuencia, siempre en forma de pregunta retórica («¿qué se hicieron?», «¿cuál se para?»).Por último, una característica interesante es que, como pretexto para concretar sus ideas, ajusta cuentas con los enemigos del padre, empleándolos como ejemplos de lo que no debe hacerse.
  • 3ª parte (coplas XXV-XL): (sobre su padre) Es la parte de las Coplas donde por primera vez aparece el padre, del que hasta entonces no habíamos oído hablar. Si antes aplicaba a ejemplos de la historia reciente las cuestiones generales propuestas en la primera parte, ahora las va a concretar en Rodrigo de Manrique, alabando cómo en todo momento cumplió con lo que se nos ha dicho que “debe hacerse” en las dos partes anteriores del poema. Dentro de esta tercera parte, podemos hacer una segunda división:
- Parte primera (3ª parte): De la copla XXV a la XXXIII. Consiste en un retrato de la vida del padre. El “yo poético” pasa a ser genérico. En estas coplas se ensalza al padre y a sus virtudes, haciendo hincapié en el hecho de que cumplió como el que más con los deberes del estamento al que pertenecía (nobleza) para tener derecho a la vida eterna. Estos deberes consistían en la lucha contra el infiel. Un hecho curioso de esta parte es que su última copla, la treinta y tres, acaba con una coma, no un punto.
- Parte segunda (3ª parte): Abarca desde la copla XXXIV hasta la última, la XL. Manrique cede el “yo poético” a diversos hablantes, la Muerte (que ensalzará al padre, para que las alabanzas a éste no sean siempre puestas en boca de Manrique), o su padre mismo. Nos muestra cómo Rodrigo de Manrique cumple con su deber de “morir bien”, y no oponerse a los designios divinos. Otra característica importantísima es la aparición de una “tercera vida”, la fama, idea fundamentalmente renacentista.

-Estilo:
Están escritas en un tono tranquilo, sobrio y sereno ya que su propósito es el equilíbrio, las coplas de pie quebrado recuerdan al ritmo funerario. El lenguje es claro y sencillo para poder expresar bien sus ideas. Las coplas son muy coherentes, conseguidas por medio de la continuidad en las imágenes y metáforas (vida--río, muerte-mar, partir-nacer, andar-vivir, llegar-morir).

martes, 2 de noviembre de 2010

La poesía popular

La poesía del siglo XV presenta dos grandes corrientes: la popular y la culta. La poesía popular está representada fundamentalmente por el Romancero y los villancicos. La poesía culta tiene su máxima expresión en la poesía de cancionero, con Juan de Mena, el marqués de Santillana y Jorge Manrique.

2.1 Romancero viejo:

El romancero viejo. Llamamos Romancero viejo al inmenso conjunto de romances que se cantaban por los juglares y por el pueblo desde mediados o fines del siglo XIV, y a lo largo de todo el siglo XV. Es una poesía de tradición oral y de carácter narrativo, regida por las dos fuerzas que rigen la poesía popular: la conservación y la renovación.
      La conservación permite que un texto perdure en la memoria colectiva durante años (y aun siglos), pasando de boca en boca sin cambios fundamentales.

Al mismo tiempo, existe también un deseo de renovar y mejorar lo que se posee, y esto da lugar a las variaciones que van remodelando los textos y cambiándolos poco o mucho. Les llamamos “versiones del mismo romance”.

2.2 Romancero nuevo:

 El romancero nuevo: se llama a los romances compuestos por poetas cultos durante los siglos XVI y XVII. Descollaron autores como Cervantes, Lope de Vega, Góngora y Quevedo que renovaron grandemente su contenido temático y sus recursos formales.
Vigencia del romance: desde fines del siglo XVII hasta casi finales del XVIII declinó esta afición romancera de los poetas cultos. Pero fue restaurada por Meléndez Valdés, en el setecientos. El romance gozó de la predilección de los poetas románticos, como el Duque de Rivas y José Zorrilla, en el siglo XIX. Y en el siglo XX, los más líricos -los Machado, Unamuno, Gerardo Diego, García Lorca, Rafael Alberti, etc.- han mostrado su preferencia por este género, eminentemente tradicional y español.

2.3 Características del romance

A)   Introducción
Los romances son poemas épicos o épico-líricos, casi siempre breves, compuestos originariamente para ser cantados o recitados al son de un instrumento. José Luís Alborg ha escrito que el Romancero constituye la poesía nacional por excelencia: "un inmenso poema disperso y popular", que representa una de las pocas cumbres excelsas en la literatura universal, capaz de llegar al alma de todo un pueblo sin distinción de clases y sin necesidad de preparación intelectual.
Están formados por un número indefinido de versos octosílabos con rima asonante en los pares - manteniendo casi siempre la misma rima durante toda la composición -, mientras quedan libres los impares. Éste es el resultado de escribir como versos diferentes los dos hemistiquios de los versos heroicos, los de los cantares de gesta, que tendían a las dieciséis sílabas y eran monorrimos.
Los romances más antiguos son de finales del siglo XIV y principalmente del siglo XV. Se llaman romances viejos y pertenecen a la literatura popular y tradicional con todas sus características de transmisión oral, anonimia, variantes, etc.
Conservamos gran número de romances viejos porque en los siglos XV y XVI, como sucedió con la lírica popular, se recopilaron en Cancioneros o Romanceros, como el Cancionero de Romances , publicado hacia 1547 o el Romancero General de 1600. También se han conservado - con la creación a su vez de nuevos romances - en la tradición oral moderna, con numerosas variantes, en la Península, Hispanoamérica y la comunidades judeo-sefardíes.
A partir del siglo XVI hasta finales del XVII, muchos poetas cultos - Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo,. - componen también romances, a los que se les da el nombre de romances nuevos o artísticos que amplían y renuevan el contenido temático y los recursos formales. Durante el Romanticismo y en el siglo XX se conocerá una nueva floración de este tipo de romances cultos - Duque de Rivas, Zorrilla, Antonio Machado, Unamuno, Gerardo Diego, García Lorca, Alberti.
B) Origen
Según la teoría más admitida, los romances más viejos proceden de ciertos fragmentos de los antiguos cantares de gesta, especialmente atractivos para el pueblo, que los retenía en la memoria y después de cierto tiempo, desgajados del cantar, cobraban vida independiente y eran cantados como composiciones autónomas con ciertas transformaciones. En palabras de Menéndez Pidal: "Los oyentes se hacían repetir el pasaje más atractivo del poema que el cantor les cantaba; lo aprendían de memoria y al cantarlo ellos, a su vez, lo popularizaban, formando con esos pocos versos un canto aparte, independiente: un romance". Son los llamados romances épico- tradicionales.
Más tarde, los juglares, dándose cuenta del éxito de los romances tradicionales, compusieron otros muchos, no desgajados de un cantar, sino inventados por ellos, generalmente más extensos y con una temática más amplia. Los autores desaparecen en el anonimato, y la colectividad, plenamente identificada con ellos, los canta, modifica y transmite. Estos últimos se conocen con el nombre de romances juglarescos.

2.4 Clasificación de los romances:
Los temas del Romancero viejo son muy variados. Sin ser exhaustiva se propone la siguiente clasificación temática:
Romances históricos-noticieros:

Recogen los motivos más conocidos de la épica castellana, como la historia del rey Rodrigo, las mocedades del Cid o los siete infantes de Lara. Los noticieros se inspiran en hechos de la Reconquista.
  • De historia épica: Don Rodrigo, Bernardo del Carpio, los Infantes de Lara, Fernán Gonzáles, el Cid.
  • De historia contemporánea: Pedro el Cruel.
  • Noticieros que se dividen en fronterizos, sobre los episodios militares de la guerra de Granada, y moriscos, donde los hechos relatados están vistos desde el lado musulmán.
Romances histórico-legendarios-épicos:

Están basados en los relatos épicos de Francia y Bretaña y sus personajes.
  • El ciclo carolingio: Carlomagno, Roldán, Roncesvalles.
  • El ciclo bretón, sobre la llamada "materia de Bretaña" - leyendas caballerescas bretonas dadas a conocer por los "romans courtois" -: Lanzarote y Tristán
Romances de historias bíblicas y grecorromanas:
(Tomados de las obras del mester de clerecía): Saúl, David, Paris, Elena, Nerón.
Romances novelescos-líricos:
Surgen de la libre invención de los propios juglares. Narran sucesos cotidianos de naturaleza dramática e historias de amor y aventuras.
  • de amor,
  • misterio,
  • venganza,
  • aventuras.
Por su importancia, aunque ya no dentro de la clasificación temática, hay que mencionar los llamados romanes líricos, de escasa acción y con predominio del sentimiento, principalmente el amoroso.


D) Estilo
Desde el punto de vista estilístico, el Romancero manifiesta una gran sencillez y sobriedad de recursos: descripciones parcas y realistas, casi total ausencia de elementos fantásticos o maravillosos, escasez de adjetivos y metáforas. A pesar de ello se consigue una extraordinaria viveza narrativa y los más variados efectos poéticos.
Destaca en el romancero la inmediata composición de la escena y la presentación de los personajes, la aproximación a la realidad con una gran fuerza plástica y el arte de saber llevar, sin dilaciones, la atención del oyente hacia el núcleo temático. Se combinan admirablemente la narración y el diálogo; mediante éste se consigue el característico movimiento dramático de muchos romanes.
La alternancia en la utilización de las formas verbales - presente/pretérito - es otro aspecto que anima la narración con el cambio de perspectivas temporales, desde un pasado lejano a un pasado cercano e incluso a un presente o viceversa.
Las fórmulas expresivas más utilizadas son las repeticiones de palabras o frase y el uso del paralelismo para conseguir una mayor intensidad emocional y rítmica. También se usan con mucha frecuencia las formas deícticas, apostróficas y exclamativas para conseguir mayor emotividad y recabar la atención del oyente.
Otra característica muy importante es el fragmentarismo: El romance se centra en un momento determinado de la acción. Los antecedentes no aparecen porque son conocidos o no interesan, y se entra, como ya hemos dicho, directamente en el asunto. Además, con mucha frecuencia, la narración se rompe bruscamente sin que se conozca el desenlace final. El resultado es de una increíble eficacia poética, al atrapar al oyente en el misterio y la emoción, y hacerle participar con su propia imaginación, lanzada a una actividad creadora personal.
El lenguaje del Romancero, especialmente en las composiciones de carácter lírico, presenta a menudo referencias simbólicas propias de la poesía popular. Por ello, los romances pueden tener varios niveles de significado.
La tradición oral del Romancero se extiende más allá de la Edad Media y del territorio peninsular. Los romances de la tradición oral moderna, recogidos abundantemente en los siglos XIX y XX, constituyen composiciones que el pueblo ha transmitido y modificado durante siglos. Algunos de los romances son nuevas versiones de los que se cantaban en el XV. La tradición del Romancero se desarrolla en otros territorios de habla hispana, como en Hispanoamérica o en las comunidades sefardíes de todo el mundo.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Índice

ÍNDICE:

 1) La poesía popular (CARLES PÉREZ)
  1.1 Romancero viejo
  1.2 Romancero nuevo
  1.3 Características del romance
  1.4 Clasificación de los romances
       - épicos
       - históricos
       - líricos
       - novelescos

 2)  Jorge Manrique (MARI MARTOS)
        - biografía
        - las coplas de Jorge Manrique (estructura-estilo-métrica)

3) La prosa y la novela  (ROCÍO MONTEAGUD)
  3.1 prosa  didáctica
  3.2 novela sentimental
  3.3 libros de caballerías
  3.4 relatos históricos y biográficos
  3.5 prosa humanística

4) El teatro en el siglo XV  (PAULA SALOMÓN Y PILI PRIETO)
  4.1 Fernando de Rojas   
     - La Celestina